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Cuantificar la carga táctica. Medir lo inmedible

Actualizado: 14 may 2019

Si algo tiene sentido para mí actualmente en el fútbol (y en la vida, por supuesto) es,

por un lado, que solo puedo transmitir algo en lo que soy ejemplo y, por el otro, que no

hay medida exacta de nada, seguridad absoluta de algo o explicación para todo. En lo

primero, es obvio que somos libres de opinar de lo que queramos, faltaría más. A mí

mismo se me escapan juicios fuera de lugar de vez en cuando. Sin embargo, pudiendo

opinar libres, también somos responsables de las consecuencias de lo que decimos, y

eso me ocupa más. Si alguien necesita mi consejo, experiencia o modelo, solo me veo

legitimado a transmitirle algo en lo que soy, al menos, experimentador, aunque no sea

experimentado. En cuanto a lo segundo, las experiencias me van enseñando a guiarme

por la intuición y dejar de buscar la respuesta concreta. Y es aquí donde convergen

ambas ideas para hacerse maestría. Dice la RAE que la maestría es el arte y la destreza

en enseñar o ejecutar algo. En mi profesión, o al menos yo, en mis comienzos, buscaba

junto a mis compañeros el Santo Grial, la Tormenta Perfecta, la fórmula de Fibonacci

que nos diera la clave para hacer el entrenamiento que prepararía a nuestros

jugadores para competir con la mayor eficacia; la manera de jugar que, sin lugar a

dudas, nos acercaría a la victoria. ¡Ay, iluso! Qué aburrida sería la vida, por cierto. ¿Un

método para entrenar "correctamente"? Y si todos usaran el método, ¿quién ganaría? Un algoritmo que recogiera todas las posibilidades del juego. Pero, ¿y si el juego no

fuera un árbol de posibilidades? Hacer simple lo complejo. Cuadrar el círculo.


La pericia del entrenador se cimenta en la experiencia. En años de jugador, en muescas

en la planta de la bota. En chándals desgastados a la altura del "culete" de rozar

banquillos y apoyarse en vallas. De suplencias, de goles, de lesiones, de chascos, de

alegrías. De errores, de vivencias compartidas, de barbas remojadas al ver a colegas de

profesión con la suya afeitada. De firmas y de ceses. De oficinas y restaurantes. No solo

la metodología estudiada en el INEF y los cursos de entrenador te dan las pautas de

organización del juego; tampoco debemos desechar las teorías de entrenamiento y las

tácticas aprendidas de los que vinieron primero. Todo vale. Pero todo vale si transmito

coherencia, y para ello tiene sentido que proponga algo en lo que soy ejemplo, he

practicado y tengo experiencia. Incluso a la hora de aportar novedades a nuestro

trabajo, esa coherencia se hace presente porque la misma novedad procede de una

manera comportarse y entender vida y fútbol donde lo que se dice casa con lo que se

hace; de igual manera, todo vale si dejamos a un lado la creencia de que sabemos la

respuesta de todo y que todo lo que hacemos tiene un inicio y un final conocido, y que

cada propuesta es la causa de un efecto previsible y determinado. Falacias.


A la pregunta de mi querido Dani del Pino acerca de cómo medir la carga táctica solo

puedo responder desde el atril de la coherencia que predico: ni tengo la medida de

nada (mi maestría me permite acercarme a lo que entiendo óptimo y, sobre los

resultados de nuestras acciones, ajustar el rumbo) ni puedo mostrar otra cosa que la

que yo hago (que, siendo igual, nunca es lo mismo) en cada equipo de aquellos a los

que he entrenado. Será un honor dedicar el próximo artículo del blog a explicar una

semana de trabajo del cuerpo técnico al que pertenezco en la actualidad, pues

venimos preparando cada partido de competición, desde hace ya 4 años, con una

coherencia como la exigida en estas líneas y la adaptación, casi diaria, gracias al feedback de lo que hacemos por diferentes medios, a los desequilibrios que se

producen, lo que nos permite seguir encontrando diferentes y más apetecibles

resultados a nuestro quehacer diario. Un quehacer que, en esto de la carga táctica, tan

atractivo nos resulta pues nos permite diseñar estrategias para lo único que nos queda

ya en este juego: ayudar desde fuera a los protagonistas a superar a su contrincante.

Que tengáis una feliz semana.


Mucho Amor. Mucha vida. Mucho Fútbol.

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