top of page

El equilibrio es imposible


"Y yo siento que no voy, que el equilibrio es imposible", cantaba Iván Ferreiro en un famoso tema de Los Piratas de principios de los 2000. No tengo la más remota idea de si hacía una referencia explícita a la vida, en general, o a nada en concreto, pero su aseveración no puede ser más acertada, al menos si la entendemos desde las ciencias de la complejidad, la Teoría de Sistemas Dinámicos o la física cuántica. El equilibrio es imposible: solo estamos en equilibrio si morimos. Disculpa mi ignorancia. Espero que me corrijas si me equivoco.

En el fútbol, como ocurre tanto con la célula más simple como con la estructura de mayor complejidad (o eso creemos, por ahora), todo se mantiene en una búsqueda constante del equilibrio, sí, pero este nunca se consigue. A la menor fluctuación, un sistema dinámico se autoregula en el sentido necesario para poder seguir manteniéndose vivo. No siempre se consigue, por supuesto. Y entonces sí que estamos en equilibrio, pero para siempre.


En la facultad aprendí la homeostasis y el síndrome general de adaptación. Con la experiencia, lo que he aprendido a sentir, no solo en la teoría, es cómo los sistemas tienden al caos o se desestabilizan por el medio en el que viven y con el que interactúan, así como por su propio medio interno (la mente y su poder es un ejemplo) hasta un punto en el que tienen que regularse para no colapsar y así volver a estar en esa estabilidad que tanto gusta a los físicos newtonianos y que es tan ilusoria a la vez. Nuestros sentidos, limitados, con su visión, tacto, olfato, gusto y oído solo pueden servirle al cerebro como receptores para percibir la realidad de manera limitada, en 3D, en un intervalo de frecuencia determinado, en una gama de colores concreta, con unas sensaciones físicas que, pese a lo placenteras o dolorosas que puedan ser, son pobres. Cuando percibimos que estamos parados, por ejemplo, desde esa visión macro, no estamos parados en realidad, sino que estamos moviéndonos para no caernos, pese a no poder percibir ese "micromovimiento"; siempre pienso en ese ejemplo cuando me quiero recordar esa permanente búsqueda del equilibrio de la vida en pos de mantenerse vivo, de adaptarse a la realidad en la que vive: para curar una infección, para mantener la fauna en una región, para vaciar una acumulación de agua, lo que nos parece estable es siempre una búsqueda de equilibrio para mantener la vida donde lo único que no se aprecia, nunca, es equilibrio. Y menos mal... Visto desde "arriba", si observásemos el "todo" en conjunto y no las cosas por separado, no nos cabría duda. Todo es perfecto en ese baile universal.


En el fútbol podemos apreciar esa búsqueda del equilibrio, de manera muy evidente, en los sistemas de juego en situaciones de balón parado. En el saque inicial, de meta o en un balón a tierra, a todos nos resulta sencillo observar la distancia entre líneas, el espacio ofrecido al rival, la posición para atraer o tomar ventaja. Pero es una ilusión, un sistema de juego en parado es un sistema complejo y abierto muerto. Hay equilibrio. El equilibro desaparece en cuanto el balón se pone en movimiento con un único objetivo: adaptarse para seguir vivo. Los movimientos del rival, el balón y los compañeros condicionan y son condicionados por todo lo que compone ese sistema que es el partido-juego, en el contexto espacial y temporal en el que se da. La búsqueda del control con automatismos cerrados en base a árboles de probabilidades está muy bien para darle tranquilidad al cerebro, pero para poco más (ojo, no es poco salir al campo con seguridad, autoestima. El placebo somos nosotros -recomiendo leer a Joe Dispenza). El fútbol, la vida, no es un algoritmo. Me devano los sesos desprendiéndome de mi paradigma analítico pero sigo siendo un alumno en pre- escolar de la vida. Ahora, interés, pongo un montón.


Entender que el equilibrio es imposible se me antoja fundamental para el entrenamiento del fútbol. Nos permite generar escenarios de práctica donde los jugadores experimenten y, a posteriori, observen lo que ha pasado desde otro plano para así poder evolucionar hacia el manejo del tiempo y del espacio, el ver allá donde no nos llegan los ojos, el entenderse a uno mismo y a los compañeros y, en situaciones futuras, el tener un mapa diferente de la realidad, en este caso, del juego, para poder ser más efectivo, más eficiente, y disfrutar más jugando que es de lo que se trata (de ser feliz, como siempre...). Ya sabes que no establezco dogmas, faltarías más. Sin embargo, fíjate que en la metodología de entrenamiento, al contrario, creo que ya es un dogma el promover que no haya dogmas, pero no puedo evitar pensar que, al menos a día de hoy, es necesario combinar todos los métodos de enseñanza en pos de adaptarse a las situaciones emocionales, al perfil personal del jugador, al contexto social o cultural, a las costumbres, a las apetencias...Eso permite aplicar en cada momento lo que más útil pueda ser para lo que, en definitiva, queremos que sea útil el proceso de enseñanza aprendizaje: el desarrollo de los potenciales de cada uno dentro del sistema dinámico, vivo, que es un equipo de fútbol.


"El equilibrio es imposible cuando llegas y me hablas de nosotros dos...". Creo que a Iván el desequilibrio no se lo provocaba el balón pero, si sigue vivo, será seguramente porque se haya adaptado a sus conversaciones sobre ellos dos y, posiblemente, ahora estará intentando equilibrarse de lo que le provocan otras cosas. A nosotros, gracias a la providencia, los desequilibrios que nos provoca el fútbol no nos matan, solo nos quitan puntos. Yo, personalmente, sí que me pido que me hagan más fuerte, que evolucione, y en ese proceso me despierto cada día con la ilusión de adaptarme a las sorpresas con las que la vida me desestabiliza veinticuatro horas, siete días a la semana. Espero seguir esquivando el equilibrio por muchos años.


Que tengas una feliz semana.


Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol

602 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page