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¿Un año más?

Ahora que la canción de Mecano recupera su protagonismo anual, me dispongo a hacer balance de 2021. Cantaba Ana Torroja «de lo bueno y malo». Yo solo voy a hacer balance de lo que he vivido, de mi percepción de la realidad. Ya me conoces: para mí, no hay cosas buenas ni malas. Vamos a verlo.


Empezaba el año con la mirada puesta en la Crowne Prince Cup, a la vez que rezábamos para que abrieran el aeropuerto de Kuwait y pudiéramos recibir visitas de la familia. Ni una cosa ni otra: llegamos a la final pero perdimos el título en la prórroga; y en cuanto al aeropuerto… No pudimos ver a nuestras familias hasta volver a España en mayo. ¿Bueno o malo? Aceptación, pese al dolor y los momentos tan duros. De ese proceso he aprendido y ahora lo estoy aplicando en la distancia.


Acabada una temporada regular (por nuestra regularidad con el Qadsia SC del entrenador Pablo Franco, saliendo campeones de un torneo inicial, subcampeones de copa y subcampeones de liga), volvimos a casa sin ofertas en el horizonte. Después de lo desagradable de diez meses de encierro, no importaba demasiado… a corto plazo. Es cierto que en el fútbol es necesario estar activo oficialmente. Si no, la competencia es voraz y te puedes quedar fuera por un tiempo; un tiempo que es inversamente proporcional al mantenimiento de tu prestigio como técnico (salvo honrosas excepciones. Los mortales debemos mantenernos en la «rueda» todo lo posible). ¿Bueno o malo? Paciencia, pese a la incomodidad de desconocer el destino futuro y si habría o no tal destino. De ese proceso he aprendido y ahora lo estoy aplicando ante la incertidumbre.


El regalo de este año llegó cuando menos espera recibir una oferta un entrenador. A mediados de agosto, en medio de viajes arriba y abajo tomando contacto con técnicos, equipos y métodos de trabajo por todo el país y en el extranjero (esa inversión en reciclaje y formación constante que hacemos los entrenadores cuando estamos «parados» y que nadie ve), me llega la oportunidad de unirme al cuerpo técnico de Thomas Christiansen (para trabajar en una selección nacional) con dos premios extra: poder clasificar al Mundial y empezar a dirigir a un equipo, la Sub-23 de Panamá, entre los procesos de la Selección Mayor del país en los que sería un asistente más del entrenador. ¿Bueno o malo? Agradecimiento, algo que quiero mostrar siempre, cada día, y que no debe verse eclipsado por la emoción que produce una posibilidad así y la alegría que conlleva. De ese proceso he aprendido y ahora lo estoy aplicando día tras día, cuando me despierto y tengo un día más en la vida.


Lo de estos casi cuatro meses, desde aquel 22 de agosto que aterricé en el aeropuerto de Tocumen, ya lo conoces.: camino al Mundial con todas las opciones abiertas y los pies más en el suelo que nunca, y preparando a los jugadores jóvenes con más proyección de Panamá junto al cuerpo técnico para que el salto, si es que llega, con la Mayor, sea desde menos altura, con más garantías de éxito. ¿Bueno o malo? Responsabilidad, más aún cuando las cosas parecen funcionar, y precaución porque somos conscientes de que habrá momentos duros. De este proceso he aprendido y ahora lo estoy aplicando para mantener la atención y el nivel de trabajo que nos está dando resultado.


Aceptación, paciencia, agradecimiento y responsabilidad. Cuatro valores que no está de más recordarme. Para ello te utilizo, si me lo permites, lector, en estas líneas.


Desde España, donde seguimos trabajando para la Selección, cerca ahora de los nuestros por unos días, despido el año (que no puede ser nunca un «año más» después de vivir esta experiencia en Panamá) y te emplazo a lo que se viene en enero; tan motivante para nosotros (o más, aunque parezca difícil) como para todo el país que nos alienta en este camino. Acaba el mes de diciembre y, con él, la liga nacional, con un nuevo campeón de LPF, Tauro FC, al que quiero felicitar públicamente por el título, al igual que a semifinalistas y cuartofinalistas por el rendimiento, pues han competido a un nivel altísimo en este final de campeonato. Quiero mandar, asimismo, todo el ánimo a jugadores y técnicos por el trabajo, y a todos los equipos que quedaron fuera de la lucha por el título para que el año que viene hagan de la Liga un espacio de crecimiento y desarrollo del talentoso jugador panameño. Sin duda son artífices de gran parte de lo que es esta Selección en la actualidad.


Tengo un sueño para el próximo año. Un gran sueño. No lo voy a decir en público, pues no quiero que las «cábalas» gafen mi deseo. Solo te digo que, si tú, lector, eres panameño, estoy seguro de que sabes de lo que estoy hablando, porque soñamos con lo mismo. Feliz año 2022.


Que tengas un final de diciembre y un inicio de enero «bien sabroso».


Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol

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