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Veinte años no es nada

Actualizado: 15 may 2020

Veinte años hace de que me enfrentara a mis compañeros del Real Madrid en División de Honor de juveniles; compañeros, estos, a los que conocí hace veinticinco años en la antigua ciudad deportiva del Paseo de la Castellana. Casi treinta son los que hacen desde que mi generación, la del año 81, empezara su trayectoria en el club con los Porti, Cabe o Íker. Reencontrarnos, cada uno con el que se haya reencontrado, después de años sin vernos, emociona. Yo tengo la dicha, y se lo digo mucho a los mismos “protas”, de haber podido entrenar al “rubio” (José Ángel López Martínez) en mi primer ascenso a Tercera División como técnico, a Berodia en mi primera aventura profesional en los banquillos en Jorge Wilstermann y a Manu Herrera en el Real Betis. Haber jugado juntos, en contra, y, por si fuera poco, acabar siendo entrenador y pupilo, ¡es una pasada! Las experiencias, por su parte, del resto, con los tantos otros que fuimos enmarañando el ovillo de nuestros días con los hilos de las experiencias dentro y fuera del fútbol serán las que sean. Somos tantos que se elevan a la enésima vivencia.


El sábado pasado, décimo día de mayo, tuvimos la ocasión de juntarnos en torno a una conexión de internet, en #Fútboldesdecasa, acompañados por don Vicente del Bosque. El míster fue durante diecisiete años el director de cantera de tantas generaciones que asombra su capacidad para recordar a los que fuimos pasando por allí, año tras año, categoría por categoría, a razón de veinte, más o menos, por equipo. Echa cuentas… Es una barbaridad. Y súmale la ingente cantidad de chavales que, sin ficha, además, venían a entrenar cada mes para ir probando por si daban el nivel (nunca estabas tranquilo, por cierto).


En estos momentos de mi vida entiendo que el pasado no es un lugar de residencia. Vivir constantemente en cualquier tiempo pasado (fuera mejor o peor), en lo que pudo ser y no fue, o en lo que pudo haber sido, solo te saca del presente para sufrir por algo que ya no existe. Los recuerdos, la memoria, tienen su utilidad y, desde la presencia, con el foco puesto en el Ahora, la reunión del sábado tuvo un valor incalculable. Si bien el presente es lo único que tenemos tangible, es en ese presente donde se pone la semilla de lo que queremos que sea nuestro futuro. Los diecisiete convocados (entrenador, dos porteros, y catorce jugadores de campo, como en las convocatorias de antaño) disfrutamos como niños cada intervención del compañero. Se nos quebraba la voz al hablar a causa de la emoción que generaba cada recuerdo, cada anécdota, o cada detalle que nos retrotraía a lo que nos unió en algún momento de la línea de tiempo de cada uno. Eso, tan personal, quedará para nosotros. Sin embargo, si solo hubiera sido un encuentro para encantarse de haberse conocido, te aseguro que no lo hubiéramos hecho en público (eso quedará para nosotros). Si tenía algún sentido compartirlo era el de ayudar.

Todos los presentes habíamos sido futbolistas. Algunos campeones del mundo, otros campeones de La Liga o de la Copa del Rey, solo… A los que peor les había ido en la élite habían debutado con el Real Madrid o jugado en varios equipos de Primera; pero también, la mitad (de los presentes, insisto, no del total) había tenido que estudiar y trabajar para salir adelante, algunos en el fútbol y otros donde la vida les tenía preparada una de las paradas del tren del destino. Había muchos ejemplos más, de uno y de otro lado, de la luz y de la sombra; del éxito (social), los que llegan, y del aprendizaje, los que nos quedamos a medias. Y, por supuesto, todos los presentes, además de haber sido futbolistas, somos ahora magníficos seres humanos. Personas con las que ahora puedes tomar conciencia de que lo pasado juntos y por separado ha tenido sentido. Ciudadanos del mundo que, como casi todos los niños que empiezan a jugar al fútbol en España (que es lo que conocemos bien), se quedarán en el camino de llegar a la élite del fútbol (esa meta solo la logrará menos de un uno por ciento) pero no se quedarán en el camino de ser uno más de esta sociedad española. Y ahí queríamos llegar.


No hubo nota discordante, ni de entre los que más alto llegaron ni de entre los que caímos de los primeros; sin haberlo preparado, lo juro. Un mensaje claro y unívoco salió de boca de todos los participantes con el fin de iluminar el camino de tanto niño (y tanto padre, que son más peligrosos que los niños, pues estos no son más que un espejo de lo que ven en casa) que, hoy mismo, en el presente más absoluto, disfruta del fútbol como deporte en un equipo, club, cantera o en el parque de su barrio, si es que aún quedan barrios donde se "baje" a jugar; desde el míster hasta el capitán, pasando por los porteros, los centrales, los laterales y los mediocentros. ¡Hasta los extremos pusieron el balón “a huevo” para que los delanteros solo tuviéramos que empujarla! Recupero, de las muchas intervenciones que hubo, varias frases que deben grabarse a fuego papás y chavales:


- “El fútbol no es el plan A; ni el B”.

- “Jugar por el mero hecho de jugar”.

- “Cuando jugaba no pensaba en ser futbolista, solo en disfrutar de cada día, después del cole, con mis compañeros”.

- “Hay tiempo para todo: para estudiar, para los amigos, para las parejas”.

- “Apostar todo al fútbol puede salir bien, pero es un riesgo muy alto. Ahora volvería a estudiar”.

- “En los campus de verano digo a los niños que ninguno será jugador pero que el fútbol les dará mucho a todos como personas”.

- “La referencia nunca es el otro; la referencia es la versión de uno mismo del día anterior”.


Así, uno tras otro desgranaba su experiencia con la conciencia de que, lo que fue, fue lo que tenía que haber sido, y que eso ha forjado la persona actual que, con la humildad del profesional de éxito, pone sus pies en la tierra y asume los errores que le hicieron aprender, y que, con la valentía del que reconoce que no dio para lograr lo que anhelaba, pero acepta con amor su realidad, compartía con los que fueron sus compañeros, ahora en línea, y el espíritu de los que no podían estar presentes (por pura cuestión de espacio) la ilusión de que los que vengan detrás puedan ir corrigiendo aquello que nosotros hicimos de “aquella manera” con el fin, último, como siempre y para todo, de ser felices.


Oro para el padre que quiera prestar atención a un documento esencial para añadir al disco duro de las cosas que puede aportarle a su hijo, con la opinión más que autorizada de futbolistas, ex futbolistas y entrenadores de todos los niveles, avalados por la coherencia de la experiencia propia, del librillo de la práctica, sin teorías ni verborrea estudiada, sino con la vida misma como maestra, año tras año, enseñando con sus palos y sus caricias casi a partes iguales.


Gracias a mis compañeros y amigos por tanto; gracias a Vicente, a Paco, a Rafa, y a tantos otros, por ponerlo todo, haciendo lo mejor posible en beneficio del colectivo. De la admiración por los futbolistas a los que acompañé he ido pasando al respeto por las personas que ahora somos. Un placer conoceros: deseo que, sin dejar de recordar anécdotas, sigamos añadiendo muescas al presente de nuestros revólveres que nos aporten vida a los años y batallitas nuevas a los encuentros futuros.


Dejo el enlace del video. Que lo disfrutes.


Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol

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