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Velocidad de crucero

Acaba mi segunda ventana FIFA tras aterrizar en Panamá y ya son seis las jornadas disputadas de la Octagonal de clasificación para Qatar 22… Seis jornadas, en dos ventanas de diez días; no me he equivocado, no. De la primera, la de septiembre, ya hablé en la última entrada. En estos segundos e intensos días de competición de octubre que acabamos de dejar atrás han sido El Salvador, EEUU y Canadá, en ese orden, los respectivos rivales. Esta vez fueron tres puntos de nueve los que se lograron pero, gracias a la buena ventana anterior, sirven para que nos coloquemos cuartos en esta liga de ocho equipos, a falta de un partido para acabar la primera vuelta y de las siete jornadas de la segunda. Todo muy rápido. Todo muy intenso. Ahora mismo, con esa cuarta plaza, tendríamos acceso a la repesca con un equipo de Asia- Oceanía.

Dificultades de la competición. La distancia en horas de vuelo, los cambios de temperatura y medio, los partidos con menos de tres días de recuperación ente ellos, lo corto de esta liguilla… Todo eso son dificultades. Para todos, eso sí, pero no igual para todos. Cada selección tiene sus particularidades (y medios) para resolver estas dificultades de manera más o menos eficaz. Si la competición en sí ya es dificultosa en cualquier deporte y contexto, la heterogeneidad de las condiciones de cada encuentro en esta eliminatoria mundialista CONCACAF adquiere tintes dramáticos en comparación con los problemas con los que yo había lidiado en otras competiciones y otras latitudes: temperaturas, terrenos de juego, estadios, condiciones sanitarias, asistencia a los partidos, transporte, alimentación, recuperación… A competir contra un rival fuerte de por sí se le añade la competición contra uno mismo y su mejor versión. Los partidos de casa están siendo determinantes; sacar puntos fuera va a suponer marcar una diferencia

Trabajo en una selección. Algo nuevo para mí. Apasionante. Necesitaría diez entradas para plasmar sobre el papel la de cosas que se me vienen a la cabeza a la hora de desarrollar lo que es trabajar para un equipo nacional. Sabes cómo pienso. No te resultará extraño que, si me tengo que quedar con algo para esta entrada, me quede con el mérito que tienen los únicos protagonistas de esto, los jugadores. Cuando bajo de un avión molido, como si me hubieran dado una paliza, y pienso que alguno de ellos es el segundo o tercero que cogen en dos días, que vienen de jugar un partido hace tres, y que jugarán otro de máximo nivel en menos de un día, con otro a tres días vista y que, tras el último, tendrán que hacerse otros no sé cuántos mil kilómetros para que sus equipos dispongan de ellos lo antes posible, pienso: ¿de qué están hechos estos tíos? Ahora valoro más aún cuando, estando en el club que estuviera, llegaba un jugador del otro lado del charco el viernes y nos decía que estaba para jugar el sábado… Mi respeto por el jugador ha superado en estos días los máximos históricos. La admiración se ha tornado en otra cosa. Ya hablaré contigo de microciclos, análisis, estrategias y fútbol, en general, en una selección nacional, pero este post lo quería dedicar a valorar a los chicos, por lo que cargan encima, y a los preparadores físicos, recuperadores y servicios médicos por ayudar a que su salud se mantenga y puedan estar disponibles. Si unos parecen de otro planeta, los otros hacen magia.

Octubre nos prepara un par de semanas de trabajo sin competición antes de volver a reunirnos. A mí, además, me llevará hasta la cita del mes de noviembre con un microciclo de entrenamiento con los sub23 y algunos jugadores de la absoluta en la previa de la concentración para la séptima y octava jornada de Octagonal. El trabajo de seguimiento de jugadores, análisis rival y entrenamiento de potenciales jugadores de la Mayor será el día a día hasta la hora de la verdad. Habrá que disfrutar de cada segundo porque esta experiencia es breve; tan breve como intensa y continua hasta la (ojalá que dichosa) fecha final de marzo. A mí no me pilla desprevenido: puse la maquinaria en marcha nada más llegar para entrar en septiembre a velocidad de crucero; y ahí sigo… y ahí seguiré hasta el objetivo final.

Que tengas una feliz semana.

Mucha Vida. Mucho Amor. Mucho Fútbol



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